Nunca pensó que el accidente fuera tan grave. De hecho, Abelino Vargas sentía dolor, pero pensaba que la herida era en la ceja y no en el globo ocular. No imaginaba que el golpe de la tabla de surf haría que perdiera definitivamente la visión del ojo derecho.
El accidente se presentó en 2014, cuando tenía 22 años. Estaba surfeando en la playa Bonfil de Acapulco, cuando perdió el control de la tabla y ésta le golpeó.
“Hubo un montón de sangre, luego los doctores me dijeron que la cuenca se me había derramado”, recuerda tranquilo.
Su ojo perdió el color café y se tornó azulado. Se sometió a una operación y la recuperación tardó ocho meses en los que los médicos le recomendaron descanso total. Cuando al fin pasó ese tiempo, tomó una decisión radical.
“Volví a la playa donde me había accidentado para superar el trauma. Sentía que tenía que hacerlo para rebasar ese episodio. Lo hice y me di cuenta de que puedo hacer muchas cosas, siempre que tenga la determinación de cumplirlas”, rememora.
Vargas decidió montar, cinco años después de su accidente, una escuela de surf para personas discapacitadas, con el objetivo de que puedan vivir la experiencia de esta disciplina y vencer sus temores. La llamó Surfeando sonrisas. Las clases para este tipo de personas, sostiene, son gratuitas, porque el objetivo es ayudarlos.
“Es mi manera de ayudar a la gente”, expresa. Su labor altruista le ha permitido ganarse el respeto y admiración dentro de la Surf Open League, entre los que destacan los comentarios positivos de Jhony Corzo, uno de los mejores atletas mexicanos en esa disciplina y quien participará en losJuegos Panamericanos de Lima. Además, la idea ha sido tan bien aceptada por la Surf Open League que en el Surf Open de Acapulco, que se desarrolla este fin de semana en ese puerto, le dieron un espacio para que su clínica ayudara a algunas personas discapacitadas a aprender a surfear.