En Venezuela, Rubén Limardo es un ídolo por haber ganado una medalla de oro en esgrima en los Juegos Olímpicos de Londres del 2012.
En Polonia, sobrevive haciendo entregas de comidas para Uber y se entrena para la cita del año que viene en Tokio.
Todos los días, después de intensas sesiones de entrenamiento, se monta en su bicicleta y con una mochila térmica verde en su espalda recorre la ciudad de Lodz, donde vive con su esposa y sus dos hijos, para hacer entregas de comidas, que deja en las puertas de las casas.
Limardo causó revuelo en Venezuela la semana pasada al comentar en su cuenta de Twitter que este deportista de elite hacía entregas de comidas para sobrevivir.
«Si estás en Lodz y pides UberEats, es posible que tu comida la entregue un campeón que decidió no rendirse jamás”, dijo el esgrimista.
“Como muchos de mis compañeros atletas, mis hermanos y yo hemos tenido también que buscar una alternativa para generar ingresos”, agregó Limardo. “Además del deporte, tengo un segundo trabajo para ganarme la vida y mantener mi hogar”.
En medio de los estragos causados por la pandemia del coronavirus y sin muchas posibilidades de conseguir patrocinadores, Limardo se siente agradecido de tener un trabajo que le permite sobrevivir con su familia y que le deja tiempo para el deporte.
“No hay patrocinadores ahora porque no hay competencias, pero tengo que generar ingresos para mantener a mi familia”, declaró Limardo a la AP durante un descanso de las entregas la semana pasada.
El venezolano, de 35 años, responde a llamados a su teléfono y hace unas 12 entregas diarias.
Su teléfono tiene fotos suyas compitiendo y en la cima del podio olímpico. Se prepara decidido a ganar en Tokio más medallas “para mí y para Venezuela”.
“No quiero dejar el deporte, todavía tengo sueños por delante”, expresó Limardo, quien tiene asegurada su presencia en los juegos de Tokio por haber ganado la medalla de bronce en la Copa del Mundo de Vancouver en febrero de este año. Serán sus cuartos juegos olímpicos, ya que también estuvo en los de Beijing del 2008 y de Río de Janeiro del 2016.
Con el rostro cubierto por un barbijo, a los aficionados a la esgrima les cuesta reconocer a este campeón olímpico famoso por su modestia.
De vez en cuando, no obstante, alguno se da cuenta de quién es y le pide tomarse fotos y charla con él. Limardo habla perfecto polaco.
“Te admiro mucho porque las carreras de los deportistas no siempre son fáciles. Es notable que sigas luchando para conseguir lo que te propones”, le dijo un hombre que se identificó solo como Bartolomiej al que le hizo una entrega de McDonald’s.