Hasta hace poco más de cinco años, Sean McVay era una de las personas a las que Kyle Shanahan más minutos dedicaba para charlar por teléfono.
Se conocieron a principios de 2010, cuando el destino los reunió como parte del staff de entrenadores de Washington, franquicia entonces comandada por el padre de Kyle, Mike.
Aunque Shanahan (42) es seis años mayor que McVay (36), la identificación fue instantánea. Se dieron cuenta de que sus visiones del futbol americano eran bastante similares, sobre todo con una clara inclinación hacia la unidad ofensiva.
La amistad se fortaleció, además de que uno aprendió del otro, aunque los primeros meses de 2017 trajeron consigo un par de situaciones que modificaron la relación para siempre, aunque sólo en lo profesional.
El 12 de enero de 2017, los Rams de Los Ángeles designaron a McVay como su entrenador en jefe. Pocas semanas después, el 6 de febrero de 2017, Shanahan recibió el mismo cargo en los 49ers de San Francisco.
Amigos a los que el destino volvió a reunir, pero ahora como adversarios en la División Oeste de la Conferencia Nacional.
Y por si algo faltara, el domingo dirimirán el boleto al Super Bowl LVI.
“[McVay] es un buen amigo, una persona a la que verdaderamente aprecio”, aseguró Shanahan hace unos días. “Puedes pasar mucho tiempo charlando con él sobre este deporte, pero claro que las cosas cambiaron un poco… Y más ahora”.
No podía ser de otra manera, porque llegar al Súper Domingo es lo que ahora está en juego, por más que del otro lado del campo esté alguien querido.