CIUDAD DE MÉXICO, agosto 6 (EL UNIVERSAL).- El triunfo sorprendió a Hetzza en la arena López Mateos, Zuzu Divine fue la rival y el escalón para ganarse un lugar en la aventura por Japón. Se disputaba una eliminatoria, ella la ganó y horas después tomó un avión rumbo al otro lado del mundo, solo con su máscara de compañera de viaje.
No era poco, en ella se apoyó para sortear los momentos complicados, «lo primero que hice fue llorar y estaba en shock, no sabía si era una broma o debía creerlo. Fue un sueño maravilloso, era una oportunidad que no podía desaprovechar porque no se iba a repetir. Algo indescriptible. Llegué un miércoles y lo primero que hice fue hacer ejercicio, fue una buena manera de perderle el miedo al reto de estar en un país distinto».
Sabía muy poco de Japón, así que cuando aterrizó en él no la creía. Tras casi seis años como luchadora logró lo que muchos no consiguen en toda su carrera. «Lo más complicado fue acoplarme con las compañeras, la lucha es muy distinta y me costó. Regreso muy cambiada, era una pequeñita jugando, ahora siento que hay un horizonte distinto».
Conseguir el respeto del público nipón fue la tarea más dura. «La primera vez que te ven se fijan mucho en tu trabajo. Con mis compañeras igual, me veían raro, no era fácil comunicarnos pero poco a poco me las fui ganando. Logré muchas cosas y aprendí otras. Siento que lo más rescatable es la condición física que se adquiere allá».
La enmascarada es parte de la promotora WWS, llena de jóvenes ilusionadas, en la que su rol tendrá que cambiar. «Ahora tengo un papel diferente junto a mis compañeras, no quiere decir que no las voy a ayudar, por el contrario, hay que crecer todas».
Ya en casa, le espera otro reto por enfrentar. «En este tiempo me perdí el cumpleaños de mi hijo, el Día del Niño, el de las madres. Hubo un momento en el que él ya no quería hablar conmigo, estaba enojado y lo entendí, pero ahora está contento por tenerme de vuelta».