Hay un episodio que al clavadista Diego Balleza no le gusta recordar. El 9 de julio de 2015, tres días después de que ganó el selectivo de clavados sincronizados para los Juegos Panamericanos de Toronto, la Federación Mexicana de Natación le reveló que “por decisión técnica” le darían su lugar a Iván García, quien no ganó su pase en la fosa.
Fue un momento duro, pero no el más complicado para el neolonés. Apenas un año después, quedó fuera de los Juegos Olímpicos de Río 2016, tras no conseguir su pase en el selectivo interno.
“Pensé en retirarme”, cuenta Balleza a EL UNIVERSAL Deportes. Hubo un ángel que en ese momento lo iluminó: “Un funcionario de la Conade [de la administración de Alfredo Castillo], me dijo que esperara, que mi momento vendría tarde o temprano. Él era cercano a mí, por eso le hice caso”.
Y Balleza volvió a los entrenamientos. Fue difícil, dice, especialmente por las prácticas a primera hora de la mañana. En ese tiempo, entre 2017 y 2018, también concluyó la licenciatura de Administrador de Empresas.
“La carrera me abrió un panorama diferente. Me di cuenta de que ir a los Juegos Olímpicos es importante, pero no lo es todo en la vida”, menciona.
Por eso, por la amplitud de ideas, por la hambre de querer ser más que solamente un atleta, se volvió empresario: “Recientemente abrí una clínica de rehabilitación, y la verdad es que me va bien. He tenido éxito, lo que me ha llevado a querer abrir más y, con el dinero que obtenga, quiero recorrer el mundo”, expresa.
Balleza obtuvo una pequeña revancha apenas el fin de semana pasado, cuando ganó el selectivo de clavados sincronizados al mismo Pollo Iván García, eso le dio su pase a la Copa del Mundo, uno de los últimos torneos antes de que se disputen, si es que se realizan los próximos Juegos Olímpicos de Tokio 2020, la cual es su asignatura pendiente, ese pequeño detalle que quiere llenar en su vida.