En la colaboración pasada, comentaba sobre la gran trayectoria del director de orquesta y quién, después de conducir en Madrid, se fue a Hamburgo hacerlo con la NDR Elbphilharmonie Orchester, en la que, entre otras obras, ejecutó la hermosa suite, El amor brujo de Manuel de Falla, consiguiendo un triunfo rotundo en sus presentaciones. Y recordando, que ahora, la correspondencia epistolar es, a través de internet, me permito transcribir parte de la charla que mantuve con Carlos Miguel, a raíz de que presenció la Feria de San Isidro en el Palacio de Vista Alegre y algunas de sus, muchas remembranzas taurinas, que como lo escribí han sido parte de su afición desde muy niño.
Me dice:” Crecí en aquellos años memorables en que mandaba Manolo Martínez, con Curro Rivera, Eloy Cavazos…los naturales de Miguel Espinosa Armillita y aquella camada inolvidable de novilleros: Manolo Mejía, Valente Arellano y Ernesto Belmont (que como llenaron nuestra plaza)” “Fui a todas las corridas durante 15 años. Como buen aficionado me chute las buenas y las malas”.
De ahí, se remitió al año de 1991, que representa para el toreo, la asunción de César Rincón, quién en Madrid, logró la inolvidable gesta de salir por la puerta grande, en un mismo año, cuatro veces, hito que nunca antes -ni después- había acontecido y del cual hice referencia, hace unas semanas, lo equipara con las chicuelinas de Manolo, los naturales de Miguel y las verónicas de Morante.
Carlos Miguel fue testigo presencial, de tres de aquellas inolvidables actuaciones y las revive con gran emoción, lo cual es comprensible, porque en el arte efímero, que es el toreo, el aficionado atesora en su arcón del cerebro, las imágenes de aquello que lo conmociona y a la multitud que, concurre a los tendidos de una plaza y sobre todo tratándose, de la mayor trascendencia en el planeta taurino.
Comenta que, en aquella época, él ocupaba un lugar en el Tendido 7 de Las Ventas, localidad famosa, porqué muchos de sus ocupantes manifiestan de dura forma, lo que pasa en el ruedo, no es su caso y me comenta: “César puso a todos de acuerdo” Me trae a la memoria, que él, seguía puntualmente por aquellos años, el programa de Toros y Toreros, en el que, con la conducción de Julio Téllez y Luis Carbajo, hacía los comentarios mi señor padre, José Luis Carazo.
Le hice mención que, en 1991, fui testigo en una barrera junto con mi papá y Lolita mi querida mamá, del debut de Mario del Olmo de novillero en La México, el 7 de junio de 1991, con el novillo «Deseo», de la ganadería de Montecristo. Alternó con Carlos Alberto Barbosa y Arturo Manzur. Mi padre impactado por las maneras de interpretar el toreo, del hijo de quién en su tiempo, fue compañero de andanzas taurinas, el arquitecto del mismo nombre.
Lo conmocionó la manera tan natural de interpretar el toreo del novillero tlaxcalteca, nos embelesó con su interpretativa sobria en variedad y profundidad, aderezada por el temple y la cadencia en el mando de las embestidas que realizaba. Ese día habría que marcarlo en la historia, salimos extasiados de La México, hoy hace un poco más de treinta años. Elogió Carlos Miguel, las intervenciones en las retrasmisiones, de los festejos europeos de César y de Emilio Muñoz: el análisis de ambos “es generoso y profundo” y “el cruce de los acentos, entre el sevillano Muñoz y Rincón Gloria de Bogotá”.
Afirma que, en Vistalegre: “salió el toro cinqueño -pobres ganaderos no les queda de otra- …y no había mucho que protestar, para los del siete que, por ahí, acudieron” “El Juli, es un superdotado y en plena madurez; más allá del bien y el mal. Su novillada del Freixo, fue una revelación ganadera” Asistió Carlos Miguel con su hijo de 11 años y recuerda con dolor, la cornada del novillero Manuel Perera: “fue de verdadero miedo.
En los tendidos se temía lo peor, se jugó la vida” Afortunadamente, no le tocó a su hijo ver el percance, me comenta. Piensa, que sería recomendable, que el maestro del novillero, Juan José Padilla, cuando sea posible, lo traiga a México a foguearse, como sucedió con El Juli y José Tomás. A Tomás Rufo, lo ve listo para matador de toros. Tiene la ilusión de que La México, pueda abrir éste año y tiene planeado acudir a Las Ventas, el próximo 26 de junio, donde se lidiará una corrida de Victorino Martín.
Y cierro afirmando que, seguramente seguirá triunfando -donde se presente- uno de los directores de orquesta, más importantes del mundo y que afortunadamente se da tiempo, para disfrutar de su afición de muchos años, de la cual da muestra con sus muy agudas reflexiones. Un saludo, querido Maestro y a seguir poniendo, tu nombre y el de nuestro país muy en alto y otro a Mario -ahora ganadero- quién en sus días en activo, nos brindó tardes históricas como las del 7 de junio de 1991, en La México, imborrables en nuestra memoria taurina colectiva, a ambos les deseamos, salud y éxito.