Un mes y medio antes de viajar a Japón, Aremi Fuentes siguió lo que le dictó el corazón y tomó una decisión que la fortaleció de cara a los XXXII Juegos Olímpicos. Hoy, con la medalla de bronce colgada en su pecho, la halterista chiapaneca sabe que no se equivocó.
Admiradora de Soraya Jiménez, Fuentes comenzó a entrenar en el gimnasio que lleva el nombre de la legendaria medallista de oro en Sidney 2000. Buscaba ese impulso divino que la ayudará en Tokio 2020. La apuesta fue correcta y cumplió uno de sus más grandes sueños.
“Soraya siempre ha sido una inspiración para mí”, comparte la mujer que dio a México su tercera presea en estos Juegos Olímpicos. “En algún momento entrené con ella, y lo hacía con la mentalidad de poder subirme al podio y disfrutar este momento. Estoy muy contenta”.
Lo consiguió gracias a los 245 kilogramos totales que levantó (108 en arranque y 137 en envión), dentro de la categoría de 76 kilogramos.