El trigésimo partido de la NBA en México fungirá como clausura para una visita histórica, que encontró en Luka Doncic un borrador de récords y la pluma para escribir algunos nuevos.
Sin embargo, la tinta no es indeleble y, esta tarde, los Suns de Phoenix se enfrentarán a los Spurs de San Antonio, en busca de igualar el espectáculo que se montó la noche del jueves.
Para lograrlo, los Suns apelan a su mejor jugador: Devin Booker, pero una lesión de muñeca podría marginarlo a la banca en la Arena Ciudad de México.
“Si estoy listo para jugar, o cerca, lo haré”, prometió el jugador, para todos los que esperan una actuación similar a la que ofreció hace dos años sobre la misma duela, cuando se adjudicó 39 unidades y estableció la marca de más puntos anotados en suelo tricolor.
La cifra fue superada por el base esloveno de los Mavericks, pero Booker se niega a dar esa guerra por perdida.
“Me hubiera gustado que se quedara aquí por siempre, pero si tengo la oportunidad de salir a la cancha, quiero ofrecer un buen show a los aficionados”, advirtió, consciente de que los médicos tendrán la última palabra.
Pero el vínculo entre Devin Booker y la afición es más estrecho que un encuentro memorable. Ha dicho que sus abuelos son mexicanos y su madre, Verónica Gutiérrez, lo ha acercado a la cultura que hoy lo recibirá como el hijo pródigo que vuelve a casa.
Aunque las reglas del deporte le permitirían jugar con la Selección Mexicana, por ahora se enfoca en los próximos Juegos Olímpicos, donde espera formar parte del quinteto estadounidense.