El Universal
Los 10 mil 500 deportistas que competirán el año próximo en las Olimpiadas de Río de Janeiro van a sentir en carne propia los efectos de los recortes presupuestarios que afectan los juegos de verano: no van a tener aire acondicionado en sus habitaciones a menos que alguien pague por ello.
Cobrar por el aire acondicionado es parte de lo que los organizadores llaman recortar excesos.
Mario Andrada, portavoz de los juegos de Rio, dijo en una entrevista que los organizadores han encontrado hasta dos mil millones de reales (520 millones de dólares) que necesitan recortar como parte de los esfuerzos para equilibrar el presupuesto operacional de siete mil 400 millones de (mil 900 millones de dólares).
A una pregunta específica sobre la necesidad de aire acondicionado en los dormitorios, Andrada respondió: «No pensamos que vaya a ser crucial (tener aire acondicionado) allí».
Aunque los juegos se celebrarán en el invierno del hemisferio sur – del 5 al 21 de agosto del 2016 – pudiera haber calor. Este año la temperatura llegó a 35,4 Celsius el 19 de agosto.
Andrada dijo que las federaciones nacionales pudieran pagar por algunos atletas, aunque no estaba claro si las naciones más pobres podrán lidiar con los costos adicionales.
Los organizadores de las Olimpiadas de Río han sido afectados por una profunda recesión en Brasil, un desplome de la moneda local ante el dólar y una inflación de 10%. Está además el escándalo de corrupción centrado en el gigante petrolero Petrobras que involucra a importantes figuras políticas y es un factor en el inicio de un proceso de impugnación a la presidenta Dilma Rousseff.
Ese no era el ambiente en el 2009 cuando Rio ganó la sede olímpica, que fue recibida con grandes celebraciones en la playa en Copacabana.
«Estamos hablando con nuestros socios, especialmente el COI, sobre qué tipos de servicios podemos reducir», dijo Andrada.
Funcionarios en Río dicen que la mayoría de los recortes involucran a instalaciones «tras bambalinas», no vistas por televisión ni por el público que compra los boletos. Eso pudiera implicar la compra por los organizadores de productos y servicios más baratos y el uso de estructuras más temporales.
«El recorte no ha sido muy doloroso hasta ahora», dijo Andrada. «Será doloroso de ahora en adelante porque tenemos que finalizar el proceso».
Los juegos iban a tener 5.000 empleados cuando se inaugurasen en ocho meses. Esa cifra ha sido reducida por 500.
«Algunos van a estar descontentos», dijo Andrada. «Eso es normal».
Los recortes serán bienvenidos por quienes cuestionan por qué Brasil, con malas escuelas, hospitales carentes de fondos y altos impuestos, se ha gastado más de 20 mil millones de dólares en la organización de los juegos y de la Copa del Mundo de fútbol del año pasado.
Esa imagen de austeridad le agrada al presidente del Comité Olímpico Internacional, Thomas Bach, quien ha tratado de cambiar la percepción de que los juegos son demasiado costosos y benefician a unos pocos.
En respuesta a un mensaje electrónico, Bach elogió a los organizadores por «trabajar para equilibrar el presupuesto».
El COI contribuye unos mil 500 millones de dólares al presupuesto de operaciones.