Le llaman “El Sheriff”. Es una mente brillante. Además de todos los récords que posee, tiene una reputación intachable en 18 campañas en la NFL. Es la imagen de decenas de marcas y productos, incluida la aseguradora Nationwide, Buick, DirecTV, Gatorade y las pizzas Papa John’s, de la cual es franquiciatario y dueño de 25 sucursales en Denver. Es el quarterback modelo: con clase en la victoria y grandeza en la derrota. Por eso es que todo el mundo ama a Peyton Manning (y odia a Tom Brady).
Pero, recientemente, el nombre de Peyton Manning ha sido motivo de noticia, y no por haber ganado su segundo Super Bowl.
El quarterback de los Broncos encabeza una lista de 10 atletas citados en una demanda que seis mujeres interpusieron contra la Universidad de Tennessee.
Estas deportistas alegan haber sido sometidas a un “ambiente de hostilidad sexual” en 1996, cuando Manning era el pasador titular de los Volunteers.
Manning es acusado de haber puesto sus genitales en la cara de una entrenadora mientras ella lo checaba de una lesión.
La versión de que Manning hostigaba sexualmente a sus compañeras atletas surgió por primera vez en 2003, pero no fue algo que alcanzara los titulares en los periódicos. El asunto retomó fuerza el sábado, cuando Shaun King fue más descriptivo en su columna para el New York Daily News.
“El 29 de febrero de ese año [1996], [Jamie] Naughright, en ese momento directora de salud y bienestar de la universidad, se encontraba en un cuarto de entrenamiento, examinando lo que creía podría ser una posible fractura en el pie de Manning. Con una estatura de 1.95 metros, sus pies [de Manning] colgaban por el borde de la mesa. Entonces, Manning supuestamente procedió a deslizarse hacia abajo de la mesa, mientras Naughright examinaba el pie. En ese momento, dijo ella, colocó sus testículos desnudos y el recto directamente en su cara, con el pene en la parte superior de su cabeza. Conmocionada, disgustada y ofendida, Naughright empujó Manning, quitando su cabeza debajo de él. En cuestión de horas, reportó el incidente al Centro de Crisis de Acoso Sexual en Knoxville”, escribió King, quien tiene una copia de la demanda, un documento de 74 páginas que supuestamente tuvo en su poder el periódico USA Today hace 13 años, pero que por alguna razón decidió no publicar.
Peyton negó el incidente y explicó que estaba “enseñándole el trasero” a su compañero de equipo, Malcolm Saxon, quien desmintió la versión.
De hecho, Saxon le escribió una carta a Manning para que admitiera su culpa: “Peyton, te equivocaste… Tal vez fue un error, tal vez no. Pero sin duda fue inapropiado. Por favor hazte responsable… Nunca entendí por qué no lo admitiste”.
Con Manning, la estrella del equipo de football de Tennessee, no pasó nada, pero Naughright no corrió con la misma suerte, porque la escuela -para la que trabajó durante más de 10 años- le pidió irse. Ella aceptó, como parte de un arreglo entre ambas partes.
Antes de marcharse, un par de miembros de la universidad -según los documentos que cita King- le pidieron que considerara culpar a alguien más de todo el incidente: a un atleta negro. Pero ella se negó.
Esta columna (que algunos podrían considerarla como una campaña de desprestigio) surge días después de que la NFL informó que investiga al quarterback de manera formal tras un reporte de Al-Jazeera que aseguró que a la casa de los Manning llegaba, vía paquetería, hormona de crecimiento.
La cadena reportó que la HGH llegaba a nombre de la esposa de Peyton, quien entonces se recuperaba de una cirugía en el cuello, cuando aún jugaba con los Colts.
Manning negó todo y varias veces calificó esta información como “completa basura”.
Y ahora, este caso de hostigamiento sexual.
¿Qué pasa? ¿Es el Peyton Manning que todos conocemos una mentira? ¿Una farsa? ¿Otra deidad de porcelana?
Estos reportes sólo podrían facilitar su decisión de anunciar el retiro y esperar a que sus abogados limpien el nombre de uno de los mejores quarterbacks de la historia de la NFL.
Esa reputación, hasta ahora intachable, está en tela de juicio y corre el riesgo de pasar de lo admirable a lo indeseable.
Las apuestas le costaron a Pete Rose un lugar en el Salón de la Fama del beisbol… ¿Qué hará la NFL si este par de oscuros capítulos en la vida de Peyton Manning resultan ser ciertos?
Ojalá que, en este caso, el comisionado Roger Goodell invierta el dinero, el tiempo y la energía que empleó en su afán de inculpar a Tom Brady en el infame “Deflategate”.
Por lo pronto, la liga debe informar de qué la investigación por el caso de la HGH.
Bienvenidos al nuevo escándalo de la NFL.