Barranquilla.— A los 12 años de edad, Alba Hernández Ramos fue llevada, casi obligada, a las pruebas de detección de talento infantil, que una tarde de verano de 2007 —siempre es verano en Puerto Rico—, la federación realizó en Fajardo (al este de la isla), para conformar el programa de categorías menores.
En ese momento, el gusto de Alba por el deporte estaba tan distante como Puerto Rico de Turquía. Su postura encorvada escondía su estatura de 1.87 metros, razón principal por la que el entrenador asistente del equipo de su municipio la propuso.
Sin importar que Alba no supiera jugar ni estuviera interesada en aprender, la Federación Puertorriqueña de Voleibol la captó para convertirla en un proyecto de desarrollo que pudiera impulsarla al máximo nivel deportivo.
Formar parte o no de un equipo nacional no motivaba en ese momento a la boricua, a quien la adolescencia le dio una bienvenida más incómoda que a la mayoría de los jóvenes, por su inusual estatura, que la llenó de sobrenombres desencadenantes de vergüeza por su físico durante años.
Entrenamiento a entrenamiento, Alba se enamoró del voleibol de sala y mejoró su juego. Acortó distancia al participar en Turquía en el Mundial juvenil de 2011.
“Ha sido un proceso de adaptación; cuando uno crece existe el bulliyng y todo eso, pero me ayudó para volverme una mujer más segura de mí misma y eso se lo debo a mi familia y amigos que me hicieron ver que no había algo malo, al contrario, es una cualidad que me ha ayudado para cosas importantes”, declaró Hernández.
El aumento de talla de la voleibolista caribeña continuó hasta alcanzar los 2.07m. Con 23 años de edad, es la deportista más alta de los Juegos Centroamericanos y del Caribe 2018 y la voleibolista de mayor tamaño en el mundo.
“Me di cuenta de que no podía seguir siendo tímida por mi estatura. La gente siempre se va dar cuenta de esta cualidad. Como jugadora, ahora me piden muchas fotografías. Hoy también trato de dar confianza a todas las personas que se me acercan y se sienten menos por su físico. Creo que cada persona es lo que es por algo y trato de trasmitirlo, como un día lo hicieron conmigo”.
Alba Hernández fue reclutada por Central Florida para estudiar y jugar en la universidad. Sin embargo, el año que estuvo en el sistema NCAA no fue fácil y regresó a su país sin ganas de seguir.
“Tuve la oportunidad de estudiar en Estados Unidos, mas tomé la decisión de retornar a casa y graduarme. Cada persona tiene su ambiente y adaptación”.
Alba fue descartada por un tiempo de las selecciones mayores hasta el verano del año pasado, cuando la convocaron para la Copa Panamericana de Perú.
Camina con soltura por Barranquilla. Atrás dejó los apodos y ahora desde la red, ataca el voleibol centroamericano.