Han pasado 20 años desde que el deporte perdió la voz de Jorge Sonny Alarcón, mítico cronista de la radio y televisión nacional.
El 24 de enero de 2001, este legendario periodista falleció y dejó una enorme huella en los eventos deportivos nacionales e internacionales.
Las palabras y el ingenio para narrar desde los momentos bajos hasta los más intensos se apagaron; su recuerdo se mantiene presente, pero se extraña.
“Fue entretenido en una época no acostumbrada a ello y que en el presente es de lo más normal.
Su narración estuvo marcada de un humor muy peculiar, muy de Sonny, por así decirlo, y marcó una diferencia. Su entretenimiento fue lo que lo convirtió en un personaje dentro del deporte mexicano”, compartió Arturo Carlos, colaborador de EL UNIVERSAL y sobrino de Alarcón, quien empezó su trayectoria periodística sobre el papel de esta casa editorial.
De casa, Sonny aprendió las bases de esta profesión y nunca la abandonó. El periodismo corría por sus venas, pero su estilo fue único, al entregar novedades para entretener y comunicar, sin perder el equilibrio.
En la década de los 50, Sonny —apodado de esta forma por su familia cuando vivió en Estados Unidos— encontró su pasión en un micrófono, una herramienta que utilizó por 50 años y que lo hizo reconocible en cada esquina del país.
Sus grandes pasiones, gracias a sus habilidades multifacéticas del habla, fueron el boxeo, beisbol (en 1996 ingresó al Salón de la Fama de México), las carreras de caballos (por 25 años fue la voz oficial del Hipódromo de Las Américas) y, cada cuatro años, los Juegos Olímpicos.
Su voz acompañó a los mejores deportistas del momento, con la astucia de lograr que el aficionado, televidente o radioescucha se identificara o reconociera a cada uno de los protagonistas con sus narraciones.
Alarcón fue tan dedicado con su trabajo, su máxima pasión, que —compartió Carlos—, se casó entre semana, para no perderse las peleas de los sábados.
Después de un accidente en los Juegos Olímpicos de Sidney, la salud de Sonny decayó, pero no su incomparable voz.
“Su voz te deja marcado de por vida, porque fue parte de su legado. Me acuerdo que estaba débil, pero el tono no lo había cambiado en lo absoluto”, añadió Carlos, al recordar la última vez que visitó a su tío, antes de su partida.
“Cuando escuchas alguna transmisión con él en el micrófono, en los eventos más importantes dentro del deporte, recuerdas el momento. Que la voz siempre sea recordada, marca y deja de un legado”.
Alarcón dejó escuela, las voces que hoy se escuchan en la radio y televisión nacional, como Enrique Burak y Antonio de Valdés, con quienes compartió cuadro cuando apenas empezaban sus carreras.
Puso carisma y buen humor, sobre todo en las transmisiones del futbol; el legado de Sonny fue fundamental para lo que hoy nos ofrecen las empresas con sus talentos en los micrófonos.
“El deporte extraña la creatividad de Sonny. Las inyecciones que hacía durante sus narraciones, con un toque para formar personajes alrededor de frases, que cada atleta fuera identificado con ciertos elementos, algo que le hace falta, en general, al lenguaje del presente”, añadió Carlos, quien se enamoró del deporte gracias a su tío.