Las aventuras de Cristina Medina y Karime Flores en el beisbol empezaron cuando no habían rebasado los diez años de edad. La primera, lo hizo casi con nueve en su cuenta, dos más que su colega, con quien compartirá ‘dugout’ a partir de la próxima campaña, siendo la pareja de ‘trainers’ de El Águila de Veracruz, en la Liga Mexicana de Beisbol.
«A los 9 años me enamoré del juego y es una pasión que jamás se acabó», recuerda Medina, hidrocálida de nacimiento, quien eludió la tradición futbolera en casa. «Se le hizo extraño a mi papá cuando le dije que quería jugar beisbol, pero me llevó a las ligas pequeñas». Primero se puso atrás del plato, como ‘catcher’, pues nadie se animaba, tiempo después, a los 14 años se apoderó de un lugar en el ‘infield’. «Era la única niña, la novedad, me daba gusto ser el centro de atracción. Los pitchers me tiraban más lento, se confiaban y les demostraba que podía batear fuerte».
Ya en la adolescencia el reto se complicó. De niña todo era fantástico, ahora le incomodoba que se burlaran de ella y en ciertas ligas no la dejaban jugar. «Me di cuenta de cómo es la realidad de las mujeres dentro del deporte, en la universidad me metían apenas dos o tres entradas, entraba con la frustración de querer seguir y no me di por vencida».
El sueño de seguir en los diamantes se apagaba, hasta que conoció al expelotero Oswaldo Morejón. «Él me abrió la puerta al beisbol femenil, no sabía que existía. Me invitó a jugar con la selección de Mérida y representé a Jalisco y Baja California, era una alegría enorme darme cuenta de que todo había valido la pena».
Es licenciada en Cultura Física y Deporte por la Universidad Autónoma de Aguascalientes, con una especialidad en entrenamiento deportivo. Además, hizo una maestría en terapia física en la Universidad de las Ciencias del Deporte ‘Manuel Fajardo’ de Cuba. Así que con lla confianza puesta en su preparación, se lanzó en busca de una oportunidad en el beisbol mexicano. El único espacio disponible era en la academia del Carmen, en Monterrey. Una primera experiencia complicada.
«Con los novatos que están acostumbrados a sus coaches hombres, en la academia pasan muchas cosas, encerrados en medio de la nada, con 300 chamacos frustrados porque no los firman y es duro hacer un amigo. Siempre tuve en la cabeza ser profesional y que era mi trabajo para no involucrarme de otra manera».
Superada esa prueba, estaba lista para un compromiso mayor y el reto en la Liga Mexicana empezó con Rieleros de Aguascalientes. «Era demasiado extraño ver a una mujer en el ‘dugout’, sobre todo para los mexicanos fue más complicado ganarme su confianza, al verte mujer creen que no eres capaz, hasta que te ven trabajar».
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La siguiente encomienda fue ser jefa de ‘trainers’ en Unión Laguna, mismo sitio que ocupará ahora con El Águila de Veracruz. «Me emociona el hecho de que vamos a ser más mujeres, lo veo como un logro para romper con todas las malas ideas. Hoy sé que muchas veces se nos van a cerrar las puertas pero hay que persistir, prepararse en lo mental y lo profesional. Es un mundo difícil pero se puede y hay que estar decididas, tal vez tener miedo, pero aún así aventarse».
Así lo hizo Karime Flores a los siete años, cuando un ‘manager’ de softbol la vio catchando y la invitó a su equipo. Destacó con las novenas de Mazatlán y Sinaloa, posteriormente jugó en la selección de la Universidad de Sonora y fue campeona. «Mientras más se abren las puertas, más pasión le vas tomando al deporte. Es ir sueño por sueño. Así fue como me inscribí en la universidad para estudiar Educación Física y Deporte, supe que quería trabajar en esto y empecé hace dos años en un equipo de niños con capacidades diferentes de beisbol».
Ahí fue donde la conoció Jesús ‘Chino’ Valdez, quien la invitó a trabajar con Venados de Mazatlán en la preparación física, el mismo que encabeza el proyecto de Veracruz, del que ya es parte Flores. «No esperaba tan pronto una oportunidad de ese tipo pero se dio y estoy muy agradecida. Ha sido una etapa de mucho aprendizaje, me he dado cuenta de todo lo que de afuera no se ve y lo que se puede aprender. Conmigo, los jugadores siempre se portaron respetuosos y estoy muy contenta y satisfecha de poder estar en este equipo. Implica mucha responsabilidad para llevar a cabo este reto, pero contenta de trabajar con otra ‘trainer’ y ser compañeras en este campo laboral».
Un sueño cumplido y de esa manera lo enfrenta. «Estoy en el último año de mi carrera en la universidad, se ha trabajado en línea y lo podré seguir haciendo, así que no hay ningún obstáculo. A las mujeres les pido que luchen por sus sueños, nada es imposible y hay que seguir preparándose para poder estar donde quieran».