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Lo malo, lo bueno y lo feo de los Juegos Olímpicos de Río
- Escrito el:: 21 agosto, 2016
Usain Bolt besó en su despedida la línea de meta luego de mejorar su legado olímpico.
RIO DE JANEIRO, Brasil.- Michael Phelps ganó más medallas que cualquier otro atleta, otra vez. Y luego dijo adiós, nuevamente.
Usain Bolt besó en su despedida la línea de meta luego de mejorar su legado olímpico. Simone Biles y Katie Ledecky se entregaron en medio de enormes expectativas. Una isla entera estalló en festejos tras conseguir su primer oro olímpico en una final de tenis, y un multimedallista se embarcó de regreso a casa para evitar problemas legales después de una historia de un supuesto asalto.
Y a continuación, la selección verdeamarela dio al país anfitrión el título que le hacía falta en su prestigiosa vitrina: el oro en el fútbol olímpico masculino.
Los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro no fueron perfectos. Pero brindaron momentos para el recuerdo: algunos grandes, algunos terribles y otros francamente feos.
He aquí un vistazo:
Líderes del medallero. Estados Unidos dominó el medallero y, aun cuando hay finales en disputa el domingo en el cierre de las justas, su margen de victorias podría ser el más amplio en 68 años. Phelps se adjudicó nuevamente la friolera de seis metales —cinco de ellos de oro— para aumentar su registro personal a 23 preseas doradas, y 28 en total. Ledecky y Biles ganaron cinco medallas cada uno; Biles llevará la bandera de Estados Unidos en la ceremonia de clausura. La tiradora estadounidense Kim Rhode, en tanto, quedó como la atleta en ganar una medalla en seis olimpiadas consecutivas.
El mejor resultado. El mejor resultado. Bolt besó la línea de meta después de conseguir su noveno y último oro olímpico —en sus nueve carreras— para un final perfecto. Hizo el último tramo del relevo 4×100 metros de Jamaica, ganando de forma enfática para convertirse en el tercer atleta en la historia en sumar nueve oros en el atletismo. Luego insistió en que este sería el final de su carrera olímpica.
«No queda nada que demostrar», señaló Bolt.
Él tiene razón.
«Soy el más grande», agregó.
Méjor espíritu deportivo. En el calor de la prueba de los 5 mil metros de mujeres, la estadounidense Abbey D’Agostino y la neozelandéesa Nikki Hamblin —extrañas hasta ese momento entra ambas— quedaron involucradas en una caída. D’Agostino ayudó a Hamblin, animándola a terminar la carrera. D’Agostino se desgarró un ligamento de la rodilla en el otoño y, obviamente, no pudo terminar. Hamblin finalizó última en la prueba, por lo que tampoco subió al podio.
Pero en lugar de ello, consiguieron mucho más.
«Esa chica es el espíritu olímpico», dijo Hamblin sobre D’Agostino. «Nunca la he visto antes. Como nunca me encontré con esta chica antes. ¿No es algo increíble?» Sí lo es.
La mayor vergüenza. Ryan Lochte es un medallista olímpico con 12 metales en la natación y las probabilidades de que tenga la oportunidad de buscar una 13 por Estados Unidos ahora son tan turbias como algunas de las piscinas en estos Juegos Olímpicos.
La historia de Lochte de que un ladrón le puso una pistola en la cabeza rápidamente se deshizo; él abandonó rápidamente el país mientras que sus compañeros en el equipo de natación que lo acompañaron la noche en que ocurrió el incidente en una gasolinera de Río se desligaron de la versión al responder ante las autoridades judiciales de Brasil.
Lochte se disculpó después y aceptó que debió ser más «cuidadoso y sincero», en una saga vergonzosa que podría derivar en repercusiones serias para el nadador.
La versión de la policía brasileña es que no se trató de asalto alguno, sino que los nadadores estropearon un baño de la gasolinera. Las autoridades brasileñas reprocharon el incidente porque consideraron que dañaba la imagen de un país que debió enfrentar numerosos cuestionamientos por retraso de las obras e inseguridad antes del comienzo de las justas.
El suceso también mandó a un segundo plano el dominio que llevaba Estados Unidos en el medallero.
Atleta revelación. La agencia AP pidió a sus seguidores de Twitter participar en la selección del deportista revelación de las justas. Los candidatos: Simone Manuel (cuatro medallas de natación), Joseph Schooling (venció a Phelps para alcanzar un oro en la piscina), Mónica Puig (cuyo oro del tenis fue el primer título olímpico de Puerto Rico en cualquier deporte) e Ibtihaj Muhammad (rompió barreras para alzarse con una medalla de esgrima).
La respuesta fue abrumadora: Puig es la atleta revelación de estos juegos.
La puertorriqueña, de 22 años, venció a dos de las cinco mejores jugadoras del mundo para ganar un título que hizo llorar y celebrar a toda una isla.
Arropada en la bandera de su país, Puig derramó lágrimas de alegría después de la consagración y tras colgarse un oro histórico.
Sin duda, el ideal olímpico, personificado.
Una deuda saldada con el futbol. Finalmente, los muchachos de la verdeamarela lo lograron y con drama: el anhelado oro en el fútbol olímpico, el único trofeo grande ausente en la prestigiosa vitrina de los pentacampeones mundiales.
Y fue nada menos que ante Alemania, el rival que traía malos recuerdos por el 7-1 que endosó a Brasil en su propia casa en las semifinales del Mundial del 2014.
¿Y cómo fue? Neymar da a los anfitriones una ventaja de 1-0, pero los alemanes igualan y obligan a un alargue en que se mantuvo la paridad 1-1. Llegó la tanda de penales y con la pizarra desde los doce pasos 4-4, tras el quinto penal alemán atajado, le tocó el momento al capitán y astro del Barcelona realizar el lanzamiento crucial con todo un estadio Maracaná comiéndose las uñas.
Neymar hizo su conocido amague antes de anidarla a un costado del portero para asegurar el oro esperado. La estrella se desplomó en el campo llorando desconsoladamente.
Este oro era el más importante para el país anfitrión e hizo olvidar momentáneamente todos los problemas que generaron antes y después las justas.
Fue un final en el fútbol perfecto para unos Juegos Olímpicos imperfectos.