RÍO DE JANEIRO, Brasil, agosto 21 (EL UNIVERSAL).- Con Dios como su principal estandarte, Germán Sánchez se convirtió ayer en el medallista de clavados número 14 en la historia del olimpismo mexicano.
El tapatío brindó la presea argenta a su familia y equipo de trabajo, quienes por semanas se encargaron de sanar sus lesiones y llevarlo en óptimas condiciones a su tercera justa veraniega.
“Muchos no saben lo que pasan los entrenadores, médicos y fisiatras, ellos también festejaron y lloraron conmigo”, explicó.
“Además de nosotros, otras personas dejan sus cosas personales de lado para que nosotros estemos en lo alto. También quiero dedicar este triunfo a mi familia, por apoyarme y ser mi fuerza para reponerme de los golpes que tuve que esquivar para llegar hasta aquí. Sólo la gente más cercana a mí sabe todo lo que tuve que pasar para sumar otro podio”, dijo.
Bendecido es como se sintió Germán al ver ondear la bandera nacional.
“Tengo una frase que me gusta y es que Dios nunca dejará que sus hijos sean humillados, creo que cuando tienes la bendición, no hay nadie que te la quite”, compartió el tapatío.
Sánchez disfrutó cada uno de sus seis saltos, aunque fue después del último cuando pudo festejar.
“Quiero proyectarle a la gente en mis competencias lo que disfruto saltar y cuánto me apasiona hacer esto. Cuando amas lo que haces, lo demás viene solo y yo soy el mejor ejemplo”.
Mucho se habló sobre el estado físico del seleccionado e incluso algunos aseguraron que ni siquiera alcanzaría el nivel para llegar a Río.
“Primero no creyeron que me recuperaría y después de lo que pasó en la modalidad sincronizada, tampoco pensaron que podría subir al podio. Qué bueno que no fue así y demostré que estoy hecho para superar las pruebas más complicadas”.
—¿Cuál consideras que es tu mejor virtud?
—Que tengo una mente a prueba de todo y que me puedo levantar de una derrota, eso es algo que me ha inculcado mi padre desde pequeño en casa. Aprendí con amor que siempre hay que reponerse ante cualquier adversidad y que en los momentos difíciles, lo más importante es la familia, porque ellos te van a amar ganes o no ganes una medalla”. Me siento muy afortunado de que hayan podido verme desde las tribunas y disfrutar este momento histórico”.