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Sus amigos rinden sorpresivo y emotivo homenaje a don Antonio Vilchis López

Dueño del rancho Oyamel se emocionó por el reconocimiento

Por Julián Rodríguez

A su llegada al restaurante el hombre quedó sorprendido; no creía y mucho menos se imaginaba lo que sus ojos vieron: a muchos de sus amigos que, reunidos allí, lo recibieron de pie con un caluroso y afectivo aplauso.

Abrió sus brazos y miró de un lado al otro como preguntando qué pasaba allí, por qué fue recibido de esa manera, de hecho, sus ojos se llenaron de lágrimas al saber que el motivo fue rendirle un homenaje, un reconocimiento por su valor, por su entrega, por su apoyo y trayectoria, pero sobre todo por su forma y don de ser.

Don Antonio Vilchis López se emocionó al máximo por el acontecimiento, especialmente porque es de los que sabe que los reconocimientos y los homenajes se hacen en vida, cuando se está en este mundo, aquí, ahora y en este momento.

“Es un honor el que puede tener un ser humano que a los 80 años haya tantos amigos que te quieran, que te respeten y que tengan el gusto de hacerte en persona un pequeño homenaje como este, que es muy representativo, muy afectivo y que me llenan de cariño y de amor”, dijo el arquitecto de profesión y uno de los tres fundadores sobrevivientes de la Fundación de la Universidad Veracruzana.

Reconoció que nunca se imaginó esta acción por parte de quienes lo aprecian, lo estiman y lo quieren. “Aunque somos amigos de muchos años y porque hemos convivido tantas cosas, pero la verdad ni siquiera me lo esperaba,” agregó.

Antonio Vilchis es dueño del rancho El Oyamel, el lugar que se ha convertido en el centro de concentración de tantos y muchos futbolistas y al que, sábado tras sábado llegan para compartir no sólo su deporte favorito, sino también el pan y la sal.

Su templanza y carácter lo convierten en un hombre sencillo, especial, pero moldeado de una forma diferente y única. “Me educaron de una manera que siempre había que ser humilde, responsable, y que siempre hay que dar lo mejor de uno mismo y siempre lo he hecho”, expresó tras recibir un cuadro de reconocimiento y un balón autografiado por todos sus amigos.

Fue un homenaje de corazón a corazón que le brindaron sus amigos los futboleros al compañero, al amigo, pero sobre todo al hombre que sin duda es feliz, que disfrutó y sigue disfrutando el andar por su camino en estos 80 años de vida, en 8 décadas en las que ha dejado una huella imborrable, un guerrero de la vida que se convirtió en un arquitecto, sí, en el arquitecto de su propio destino.

LOS ASISTENTES

Los responsables del homenaje fueron Carlos Castillo Salas y Héctor Hugo Arellano Castillo, pero colaboraron todos sus amigos como los cuates Mario y Francisco Pardo Tolentino, Joaquín Espinoza, Miguel Ángel “Baby” Maldonado, Omar Zavala y Alejandro Rosas, Hiram Iza, Arturo Báez, Salim Iza y  Miguel Olivos.

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