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Hermosillo reza por Julio Zamora

Julio Alberto Zamora llegó a México en 1993, directo de Newell’s Old Boys, equipo de su amado Rosario

CIUDAD DE MÉXICO, noviembre 13 (EL UNIVERSAL).- Julio Alberto Zamora llegó a México en 1993, directo de Newell’s Old Boys, equipo de su amado Rosario. Fue fichado por Cruz Azul y de inmediato hizo amistad con el líder de los cementeros de aquella época: Carlos Hermosillo, siendo pieza fundamental en el tricampeonato de goleo del atacante.

Hoy, «El Negro», como amistosamente se le conoce, se debate entre la vida y la muerte debido a que sufrió dos infartos cerebrales en su estancia en Bolivia, donde se desempeña como director técnico del Real Potosí.

Y Hermosillo, sigue al pendiente de él… «es un gran ser humano, gran compañero, gran amigo. Me duele mucho lo que le sucede. He estado en contacto con su hijo, me puse a sus órdenes, con su esposa. Ellos están bien, necesitan mucho aliento, mucha buena vibra».

En los 90 se convirtieron en una pareja letal en la delantera de La Máquina. «Julio desde que llegó fue amable y servicial, siempre con gran actitud. Él iba mucho a mi casa y yo a la de él. Lamentablemente el tiempo nos separó, así es la vida, pero el cariño y el respeto por él siempre, siempre prevaleció… Nos hablábamos seguido y hoy, hoy es cuando deben de aparecer los amigos….

Zamora no ganó el título de Liga con Cruz Azul, pero dejó un gran recuerdo… «era un jugador desequilibrante, muy importante. Cuando jugamos la final contra Necaxa (1994-95), Manuel Lapuente mandó al ´Cuchillo´ (EfraínHerrera) a marcarlo de forma personal; no lo dejó hacer nada, y la verdad es que nos eliminaron gran parte de nuestro poder ofensivo».

La carrera de Zamora en La Máquina apenas duró tres años, «la verdad es que no sé por qué se fue…Pasa seguido en Cruz Azul, los buenos jugadores siempre se van… Me sorprendió cuando sucedió, más lo dejé ahí. Pero lo que en realidad me llamó la atención es que no hubo otro equipo en México que lo contratara…. Qué desperdicio».
Zamora regresó al futbol mexicano con la intención de hacer carrera como técnico, pero no se le dio. Fue en Bolivia, Ecuador y Perú, donde encontró éxitos.

La amistad fue tan fuerte, que Hermosillo le obsequió su Citlalli de campeón goleador en la campaña 1994-95, «se lo di porque se lo merecía. Era hacerle justicia. No es el que hace los goles el mejor jugador, a nosotros nos corresponde meterla. Hoy, espero que gane este partido, porque Julio siempre fue un gran luchador, y ojalá que salga bien de esta».