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Extienden alas para cooperar
- Escrito el:: 22 septiembre, 2017
Ahí, en el puesto de acopio instalado en la Puerta 3 del coso de Tlalpan, Miguel Herrera, Agustín Marchesín, Oribe Peralta, Carlos Emilio Orrantia,...
CIUDAD DE MÉXICO, septiembre 22 (EL UNIVERSAL).- Esta vez, sus piernas no eran tan necesarias como sus manos.
Los jugadores del América lo sabían y, en cuanto acabó su entrenamiento, fueron en sus automóviles al Estadio Azteca a cargar y empacar víveres que servirán de apoyo a los damnificados que dejó el sismo que afectó el centro de la República.
Ahí, en el puesto de acopio instalado en la Puerta 3 del coso de Tlalpan, Miguel Herrera, Agustín Marchesín, Oribe Peralta, Carlos Emilio Orrantia, Paul Aguilar, Óscar Jiménez, Alejandro Díaz y Pedro Arce fueron «uno más» en la ayuda.
«Échale, échale», gritaba «el Piojo» como petición de que le mandaran alimentos y agua para guardarlos en las cajas.
De vez en cuando, el popular entrenador azulcrema era interrumpido por los demás voluntarios, quienes querían un recuerdo con él. Gustoso y fiel a su particular forma de ser, Herrera accedió a cada una de las peticiones de sus fans.
Orrantia y Marchesín «se rifaron» con entusiasmo. Las más de dos horas que estuvieron en el Azteca se mantuvieron en pie de lucha, sin descanso ni quejarse.
El primero se dedicó a empaquetar cada uno de los víveres donados por los ciudadanos. Separó la comida y las botellas de agua. Posteriormente, selló las cajas y las envió a la cadena humana que las llevaría hasta los camiones. De ahí hasta su destino final.
El portero pasaba de mano en mano los víveres. No importaba qué tan pesados estaban los objetos. Marche nunca dejó de colaborar con el resto y sólo se tomaba segundos de respiro para tomarse «selfies» con quienes se lo pidieron.
«Wero» Díaz volvió a realizar acciones solidarias. Si el miércoles estuvo en Tlalnepantla y Xochimilco, este jueves estuvo en el Azteca, con el mismo trajín que sus otros compañeros.
La presencia de los americanistas alentó a los voluntarios, quienes sonrieron al ver que trabajaban junto a elementos que suelen ver en la televisión o el terreno de juego como figuras.
Hoy, los profesionales se convirtieron en seres terrenales, conscientes de que sus manos son tan valiosas como las de cualquiera que esté dispuesto a ayudar a los damnificados